Los que
ya tenemos una edad, recordamos que hace tiempo algunos salchichones venían con
una medalla de estaño que lacraba el cordel que remataba tan noble embutido. El
valor de esa medalla era nulo, pero resultaba muy útil para los niños que
podían jugar a condecorarse con ella por méritos inexistentes.
De entre el mar de
noticias que han acontecido últimamente ha habido una que ha pasado totalmente
desapercibida y que sin embargo resulta muy ilustrativa. Esta noticia que
acompañaba a la resolución judicial en contra de la privatización sanitaria
madrileña, fue la de la concesión de la Gran Cruz de la
Orden del Dos de Mayo a Lasquetty por su compromiso con los servicios públicos.
Como madrileña he decidido interesarme por
ese premio (que confieso desconocía) y parece ser que esta Gran Cruz del Dos de
Mayo se otorga siempre a quienes cesan en el cargo de consejeros del Gobierno
regional, una tradición que se implantó hace algunos años.
Más allá de esta condecoración, que en este caso podría ser
tildado de premio de consolación tras una dimisión, esto debería hacernos
reflexionar sobre los premios estando tan cerca de los Goya o los Óscar, sin
ánimo de compararlos entre sí, y recién inaugurados los Feroz. Me hizo mucha
gracia oír a un actor como Eduardo Noriega decir que el cine español se premia
por encima de sus posibilidades. Pues yo creo que los políticos mucho más
incluidos algunos premios Nobel de la paz.
Que tengan cuidado porque el mal uso y el abuso acaba con la
credibilidad que cualquier cosa. Cuiden no convertir las condecoraciones en la
medalla del salchichón.
La medalla del salchichón_Collage, 2014_Mariasun Salgado |
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