No
he podido dejar pasar lo relativo a las últimas noticias acerca de los 43 estudiantes de la normal de Ayotzinapa que han
desaparecido en México.
Supongo
que es un mecanismo de defensa ante tanto horror, pero cada vez que vemos estas
noticias nuestro cerebro se protege pensando que estos sucesos son
lamentablemente cada vez más frecuentes a ese lado del Atlántico. Pero no por
habituales estas noticias de desapariciones de personas en México nos deben
dejar indiferentes, ya que esta progresión es resultado de un proceso
contemplado con indolencia: la impunidad.
Las
declaraciones del Procurador
General de México Jesús Murillo, en las que señalaba como autores intelectuales
de la desaparición de los estudiantes al ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca
y a su esposa María de los Ángeles Pineda Villa, ponen de manifiesto un
comportamiento que solo se entiende en un contexto de inmoralidad total por
parte de unos dirigentes acostumbrados a manejar la justicia a su antojo. Al
parecer ante el temor de que los estudiantes intentaran boicotear un acto de la
esposa de Abarca, se dio la orden de hacerlos desaparecer. Ante el clamor
popular, a día de hoy ambos se encuentran prófugos de la justicia.
Reconozco que
esto es un hecho que me asquea profundamente y para el que no encuentro ningún
punto que me ayude a comprender como una sociedad llega a permitir que esto
pase, ya que por fuerza hay muchos agentes implicados.
La única
justificación a este tipo de sucesos radica en la impunidad. Impunidad que
comienza dándose de manera casual y que acaba como un cáncer invadiendo hasta
el último rincón de la justicia, que es la base del estado de derecho.
Tomemos nota.
Tomemos nota.
Impunidad_Collage, 2014_Mariasun Salgado |
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