Ya
hemos comentado en otras ocasiones la tendencia que muestran nuestras autoridades
a tomarnos por tontos. A menudo nos mienten abiertamente en la creencia de que
nos engañan y de que por supuesto, no hay consecuencias.
Los
últimos sucesos acontecidos recientemente, ponen de manifiesto que este
problema a pesar de que en España sucede de manera flagrante, es un mal global.
Solo hay que echar un vistazo general a varios acontecimientos:
En
Venezuela vemos ese uso torticero de un discurso "social" que encierra en realidad un régimen
opresivo. En Francia un nuevo primer ministro que gano popularidad por sus
políticas de mano dura con la inmigración, lanza un discurso de intenciones “de
ahora sí vamos a aplicar políticas de izquierdas”. Y por último y de manera más
chusca, las declaraciones de Esperanza Aguirre en relación a su encontronazo
con los agentes de movilidad.
Esto
último es más una anécdota que otra cosa, pero tal como se ha tratado esta
información, que repito no deja de ser una cosa anecdótica, uno se da cuenta de
cómo importan más las opiniones que la información. Parte de la crisis que vive
el periodismo se debe a este hecho. Desde hace tiempo la interpretación de los
datos ha primado sobre la transmisión de los mismos. Esta infiltración
progresiva nos ha hecho vagos y manipulables, creando a menudo una polarización
peligrosa.
Repito
que esto no es un fenómeno que se dé únicamente en España, aunque aquí sea fácilmente
apreciable. El remedio es como para casi todo, el ejercicio, en este caso mental.
No
seamos vagos y reclamemos al periodismo datos y no titulares. En definitiva
dejemos de ser niños.
No seamos niños_Collage, 2014_Mariasun Salgado |